Alfred Adler se le puede considerar, a su vez, como superador del dogma de la causalidad. La relevancia de Adler consiste en haber abierto a la psicología en general y a la psicoterapia en particular, las puertas de la finalidad.
Cito a Adler:
"Nos interesa mas el futuro que el pasado ... Dejando aparte la filosofía, lo cierto es que en psicología individual la causalidad es un obstáculo que ya esta superado. Nosotros consideramos al hombre como si nada en su vida estuviera determinádo causalmente -- y toda manifestación vital pudiéra haber sido de otro modo.
Un hombre no sabe qué hacer cuando no se orienta hacia su objetivo ... No somos capaces de pensar, sentir, querer ni obrar sin un objetivo que nos arrastre. Porque todas las causalidades no son suficientes para que el organismo-vivo domíne el caos del futuro y supere la desorientación que acabaría con nosotros ... Sólo el ser inanimado obedece a una verdadera causalidad ... Los fenómenos psíquicos, como medios para conocer a una persona, han de entenderse como enfocados a una meta u objetivo.
De ahí que la pregunta decisiva de la vida anímica, tanto sana como enferma, no sea «¿por qué?», sino «¿para qué?». Y sólo una vez conocida la meta real, rectora, de una persona, podemos comprender sus movimientos, que son camino y tránsito. En este «¿hacia dónde?» se oculta el móvil de las acciones." (Fin de la cita)
El enfoque ideológico de la psicología adleriana se nutre de la doctrina kantiana de la teleología. Como protagonista de este movimiento es necessario nombrar a Hans Vaihinger. La idea básica de Vaihinger es que el pensamiento humano se debe concebir como si fuera un instrumento para alcanzar el fin de dominar la vida.
El concepto central de esta doctrina es el de ficción. Según Vaihinger, las ficciones sirven para la estructuración de las actividades de la consciencia por una parte. Y - por otra parte - para la clasificación y el ordenamiento del mundo. De este modo puede el hombre formarse dentro de este mundo un ámbito donde orientarse.
Adler hace mención expresa de la idea de ficción, especialmente en los años iniciales de su psicología individual. Adler emplea también el sinónimo psicológico: la opinión. Este concepto es hasta tal punto característico e importante para Adler, que él eligió la siguiente cita de Séneca como lema de su obra principal: Todo depende de la opinión.
Cito a Adler:
"Las ficciones son opiniones subjetivas de las que una persona está convencida, en las que cree ... incluso cuando todos los hechos «objetivos» parecen desmentirlas. Aunque pudiera pensarse que estas ficciones son inadecuadas desde el punto de vista pragmático, en la perspectiva del estilo vital resultan correctas, y con arreglo a esta lógica, razonables y adecuadas".
Consecuentemente, Adler, al exponer su teoría de las neurosis en sus primeras obras, se sirve del recurso ficcionalista del como si para dar a conocer el “modo de apercepción neurótica”. Esto se basa en opiniónes infantiles (respectivamente primarias) instalados en una esfera de la realidad absolutamente subjetiva. Aquí se determina una lógica privada. Esta lógica se deriva de la perspectiva ficticia, que tenía sentido en la infancia. Así, el paranoico obra como si todos los hombres fueran sus enemigos; el depresivo, como si todo estuviera perdido; el que sufre pantofobia, como si el mundo estuviera sembrado de peligros, etc.
La adquisición más primitiva de opiniones y finalidades primarias está totalmente centrada en la satisfacción de las necesidades de cada individuo. El niño aspira de una manera totalmente intuitiva y pre-reflexiva aclarar el problema elemental siguiente: Si este objeto, al cual me vuelvo ahora, sirve -- o no -- para cubrir mis necesidades (hambre, sed, calor, cercanía social etc.)? En caso que sea affirmada esta cuestión cardinal, el objeto respectivo recibe un attributo positivo. En cambio, si esta pregunta tiene que ser respondida negativamente, el objeto respectivo se hace acreedor de una señal negativa. De este modo resulta un plan de vida personal, que integra tales opiniones y finalidades primarias. El objetivo último de este plan es asegurar el control personal de la vida, que corresponde subjetivamente a la tendencia a un sentimiento de autovaloración positiva.
Cito a Adler:
"Peró de la autovaloración del individuo deriva, mediante la técnica inconsciente de nuestro aparato mental, un objetivo ficticio como compensación ideal y definitiva -- del universal sentimiento de inferioridad del hombre -- y un plan de vida para realizarlo".
Este plan de vida representá la intencionalidad general del individuo y abarca su orientación a fines distantes, fines últimos o ideales personales. En su área radican las ficciones respectivamente opiniones de la dinámica vital.
En resumen, podemos decir: El plan de vida primaria se basa en la ficción de la superioridad total sobre los males del mundo. Ésta eficacia se conserva tambiéndurante toda la vida. Sin embargo ella será modificada por aquella finalidad, que es un producto de la socialización.
Como parte de la socialización el niño recibe -- en una fase posterior de desarrollo -- un nuevo sistema de la orientación -- a través de sus semejantes, por ejemplo, los padres, profesores u otras agentes de socialización. En este contexto, el niño interioríza una contra-ficción, que es la antítesis ética de la búsqueda individual por seguridad y poder. Esta contra-ficción cumple una función correctiva, que es crucial para la coexistencia social. También en el individuo se dan las directrices, que permiten una orientación en la vida social (normal). Aquí están -- en primer lugar -- incluidos los principios de la conciencia moral. Además, aquí están acumuladas las experiencias y conocimientos de la cultura propia, o las tradiciones de la sociedad. Esta instancia normativa asegura la racionalidad, es decir, la universalidad del pensamiento y de la acción del individuo.
Las normas sociales están fijadas ante todo como reglas exteriores, órdenes, así como sistemas de valor y sistemas de creencias. Los conocimientos de estas normas posibilitan al individuo actuar conforme a las solicitudes específicas de la sociedad. Sólo de este modo puede ser garantizada una convivencia entre los individuos de una manera óptima. La finalidad, que es determinante aqui es la finalidad social. Ella se constituye a través de la "internalización" de las peticiones sociales. Estos corresponden – según la psicología adleriana -- a las “opiniones secundarias”. La finalidad secundaria sigue una línea de movimiento horizontal. Esto se fija en un continuo delimitado por dos polos normativos: un polo define un comportamiento absolutamente correcto, el otro un comportamiento absolutamente falso. Entre estos dos polos hay muchas graduaciónes.
La finalidad social varía en contenido y en cualidad dentro de la dimensión espacial y temporal. También varía respecto a las comunidades específicas que son sus creadores. Pero sin perjuicio de ello, el “individuo normal” proyecta sus propios objetivos e intenciones dentro del marco de la finalidad social, definido por las convenciones vinculantes de la respectiva comunidad.
En el sistema secundario de orientación (como ámbito de la finalidad social) esta involucrada la conciencia moral. Esta noción se refiere a aquellos opiniones secundarias que poseen un contenido ético y moral.
La conciencia moral es accesible, en gran parte, a través de la reflexión consciente, dado que sus contenidos específicos son comunicados, en el curso de la socialización, a través de conceptos transmitidos por medio del lenguaje. Por consiguiente la conciencia moral es esa "voz" proverbial que puede venir en auto-conversaciones desde el interior "al oído". Este hecho tiene para la psicoterapia un gran significado. Ella puede plantear dudas precisamente en esta relación, sobre lo poco realista e irracional de sus contenidos.
Recordemos: la conciencia es -- en términos de la psicología adleriana -- mediada intersubjetivamente. La conciencia es parte del sistema de orientación social, cuyo objetivo no se alínea a las necesidades individuales. Según L. Kohlberg, hay várias formas de conciencia o moralidad.
Como primero: La moralidad preconvencional
Las reglas morales son seguidas, porque la comunidad (padres, profesores, etc) impone metas apropiadas. Si el niño no persigue estos objetivos, su comportamiento conduce a sanciones correspondientes. El niño está orientado aproximadamente hasta los ocho años por esas direcciónes normativas, que se imponen desde el exterior. Sobre el significado y la importancia de estas finalidades el niño no está claro: Eso actua inconscientemente: en un modo imitativo e irreflexivo. Incluso algunos adultos también permanecen en esta etapa de desarrollo.
Como segundo: La moral internalizada
En esta étapa, opiniones y finalidades convencionales son determinantes. El niño puede comprender las normas y principios pertinentes desde la perspectiva de un miembro de la sociedad. La moral correspondiente se ha interiorizado: es seguido como una decisión deliberada. El miedo a posibles sanciones negativas ya no es esencial. El nivel de reflexión es relativamente bajo, de modo que la necesidad de la acción moral no se puede explicar completamente. La mayoría de los jóvenes y adultos se mantienen en esta étapa.
Como tercero: La moralidad posconvencional o autónoma
En esta étapa, el individuo es capáz de liberarse del pensamiento convencional. Tampoco no es dependiente de las opiniones y finalidades colectivistas. Los principios normativos, en principio, pueden ser evaluado críticamente. Este es el requisito básico para su relativización. Al mismo tiempo, esta asegurado que los principios morales que son de importancia universal, son seguidos voluntariamente y con conocimiento. Esa es precisamente la expresión de una conciencia autónoma o personal. Bajo este supuesto, el individuo es capáz de alinearse por esos valores, que trascienden a sus necesidades individuales. Una persona que ha alcanzado este nivel, es flexible en su juicio moral. Esta persona es capáz de determinar el valor de las opiniones y finalidades secundarias libremente. Por ejemplo, una persona puede oponerse a las opiniones y finalidades prescritas, si esos contradicen los principios de humanidad y la sabiduría del corazón. Esta última es una frase que utiliza Frankl repetitivamente. Según Adler, tal conciencia madura y autónoma es, la expresión de un sentido desarrollado de la comunidad.
La salud síquica existe cuando los sistemas primarias y secundarias de orientación -- que he citado antes -- armonízan el uno con el otro. Bajo esta condición, el principio basado en las necesidades individuales se deja conjugar con el principio prosocial-normativo, de manera que ambos seguirán aproximadamente la misma dirección (Adler llama a esto la línea de movimiento). Este será el caso cuando un hombre consigue integrar su finalidad primaria (que es una aspiración de seguridad y superación) con su finalidad secundaria (que contiene intenciones socialmente útiles). En este caso ambas finalidades son compatibles, la una con la otra.
Las personas anormales no cumplen con este requisíto: psicóticos, criminales, psicópatas y los neuróticos, se distinguen igualmente por su tendencia, más o menos, marcada a eludir la “finalidad social”. Sin embargo, estos "anormales" se diferencian el uno del otro por una característica significativa: Los criminales y los psicópatas no tienen una conciencia sofisticada y establecida. Por lo tanto, no sienten ningún remordimiento cuando persiguen sus intereses e intenciones privados. Peró, muy diferente es el caso con los neuróticos: Estos, por lo general, tienen una conciencia muy estricta. Sin embargo, la moralidad correspondiente esta poco desarrollada: Ella esta, en gran parte, anclada en el nivel preconvencional. Las correspondientes opiniones y finalidades secundarias, por lo tanto, pueden causar un miedo irracional. Esto corresponde a la situación de los niños pequeños que tienen un miedo muy concreto de sanciones negativas en caso de una trasgresión de las exigencias morales. Este temór se debilíta cuando el sicoterapeuta -- con la ayuda de un diálogo socrático -- cuestiona la veracidad de los correspondientes conocimientos. En este proceso, los contenidos secundarios de la conciencia subdesarrollada pueden ser comprendidos y relativizados por parte del paciente. Por otra parte, las condiciones para una valoración consciente y responsable de la vida y del mundo son creados simultáneamente.
Por ende, esto es una condición indispensable del análisis adleriano del “estilo de vida": diferenciar exactamente las finalidades primarias de las secundarias. Esto sólo es posible si la importancia de los conocimientos primarios ee puesto en conocimiento por parte del terapeuta. Los conocimientos secundarios, evitadores del conflicto neurotico, motívan a estas personas a decir "si" (como una expresión de la finalidad secundaria), cuando en realidad su necesidad primaria era la de "decir que no". Esta falta de coherencia produce un conflicto interno: la síntesis armónica entre las finalidades primarias y secundarias se rompe. La compatibilidad entre el sistema primario de orientación y el sistema secundario de orientación ya no existe. La oposición resultante provóca una "ambivalencia" entre ficción y contra-ficción.
Tener una psique sana significa, por lo tanto, poseer el poder a ofrecer resistencia a inadecuadas finalidades secundarias, cuando éstas juegan el rol de disparadores de sentimientos afectivos negativos -- como congoja, remordimiento, enojo, repugnancia o vergüenza.
Estimados oyentes, voy a terminar aquí y espero que este breve esbozo de la enseñanza de Alfred Adler hay a sido un poco de interés para usetdes! |